Alberto López Serrano


Poeta salvadoreño. Nació el sábado 8 de enero de 1983, en departamento de La Libertad, El Salvador, Centro América.

Es profesor de idioma inglés y de matemáticas.

Es miembro de la Fundación Cultural Alkimia y es responsable de los Miércoles de Poesía
en la peña cultural de Alkimia y Los Tacos de Paco, donde a la fecha van 8 años de trabajo con más 375 Miércoles de Poesía.

En este mismo espacio ha presentado lecturas y homenajes a poetas de El Salvador e internacionales, así como eventos bilingües y babélicos especiales de poesía.

También ha participado en lecturas en diferentes instituciones educativas básicas y superiores,
centros culturales, festivales de poesía, cafés literarios y concentraciones públicas en calles y plazas. Entre ellos: Festival Internacional de Poesía de El Salvador 2004, Simposios Rubén Darío en León de Nicaragua, Feria del Libro de Guatemala 2009, Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (San Salvador), Universidad Tecnológica de El Salvador, Universidad de El Salvador, Universidad de Costa Rica, entre otros.

En 2007 se publicó “La Nave que Falta” bajo el sello de Alkimia Libros, San Salvador. Luego “Cien Sonetos de Alberto” (Alkimia Libros, 2009), “Y Qué Imposible No Llamarte Ingle” (La Cabuda Cartonera, 2009), “Montaña y otros poemas” (Editorial Equizzero, 2010). Poemarios inéditos: “Cantos para mis Muchachos”, “El Cuento del Precioso Caballero”, y otros.

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                  MONTAÑA Y OTROS POEMAS


COMENTARIO A “MONTAÑA Y OTROS POEMAS”

En laborioso silencio, el joven poeta Alberto López ha abonado el terreno para que sus frutos crezcan y maduren.

 Sus virtudes de ávido lector, de estudioso disciplinado y constante de la buena poesía, han permitido que aquel joven modesto y de pocas palabras que asistía puntualmente todos los miércoles a la Peña Cultural de Los Tacos de Paco allá por el año 2003, se transformara en un auténtico artífice del verbo.

 No sólo sabe trabajar con destreza las formas clásicas, de las que es un devoto adepto, sino que poco a poco también comienza a descubrir el gozo de la rebeldía que habita en el verso libre. En su última producción MONTAÑA Y OTROS POEMAS, sin querer dejar atrás el hondo y sempiterno vínculo que une al sonetista con el endecasílabo, Alberto incursiona en una poética, colmada de refinado erotismo y de hermosísimas imágenes.

 “Con la ilusión de soltarme las manos,
curiosas, dando desorden, viciosas,
y desquiciarte, y grabar tus aromas
sobre mis alas de arcángel, de barro;”

 En el segmento MONTAÑA la voz del poeta, en un viaje de introspección por su universo interno, fluye en torrente hasta colmar la sensibilidad del lector que no puede sino dejarse guiar por cada uno de los diez poemas que componen este segmento del libro, escritos bajo la modalidad de la prosa poética.

 “Y su sangre me absorbe a la piel de la montaña, y en cada roca, todo árbol, río, bestia, nube, océano. En las tres luces contenido, cimiento y cima, carne y sangre, agua y tierra, yo soy la feliz montaña que despierta”

 En este pequeño fascículo habremos de hacer una pausa en las prisas cotidianas para encontrar un mundo donde, a través de una palabra esculpida con pulcritud por Alberto López, los senderos de la naturaleza viva se ponen de manifiesto.

 María Cristina Orantes
San Salvador, octubre 3 de 2010.

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COMENTARIO PARA EL LIBRO “CIEN SONETOS DE ALBERTO”

Y todo un mar para catorce isletas… (Fragmento)


            Desocupado lector: tienes entre tus manos un libro de sonetos que, estoy seguro, disfrutarás o sufrirás…que no es lo mismo; pero, en poesía, resulta igual. Se goza o se sufre con los destellos que el demiurgo refleja en nuestro espejo particular; con los ecos de la voz poética que inunda nuestro espíritu y lo transforma en una caja de resonancia que amplifica las imágenes.

            Siempre es grato reflexionar alrededor de la buena poesía. Es doblemente grato, puesto que la reflexión gira en torno a la forma poética que más exige del poeta, aquella cuyos frutos evidencian la seriedad del trabajo, la paciencia y el esmero requeridos para encerrar la vida entera en catorce versos.

            Más que joya: el soneto es joyel de filigrana. Y al digno gremio de orfebres que a diario cincelan y pulimentan sus dorados arabescos pertenece Alberto López. Lo digo así para marcar distancia con los amigos de la palabra fácil, del versolibrismo entendido como prosa mal cortada, de la poesía como herramienta ideológico-partidaria o, peor aún, de sensibleras culpabilidades clasemedieras disfrazadas de denuncia social. El poeta que denuncia es un p(r)o(f)eta; un vate, puesto que vaticina…lo demás, solo es la débil palabra que se lleva el viento.

            Alberto crece, y seguirá creciendo hasta que le sustenten las raíces. Solo lamento no poder comentar, en su momento, la madurez de una obra apenas en sazón; pero ya con la fuerza suficiente como para augurar futuros promisorios. Poetas con oficio demanda la Patria; oficiantes de la palabra demanda la poesía.

            Para finalizar, debo decir que un sonetista como Alberto López cumple con la ardua misión de quintaesenciar la idea en tan solo catorce versos y que encaja en esa mezcla de de héroe y santo que demando en el terceto final de uno de mis sonetos andantes.
Debe tener la fe del oficiante,
La entrega fiel del caballero andante,
Que entre espesuras busca su soneto.

                                                                                Roberto Laínez Díaz

Huehue Cuscatan, 26 de junio de 2009

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